domingo, 28 de marzo de 2010

Un tipo llamado Joe



Siempre que veo algún “remake” de película cuyo original también ya ví, nunca pasa nada que me haga sentir que es mejor. Es un prejucio, lo sé, pero nunca pierdo la oportunidad de demostrarme lo contrario. Un amigo cinéfilo, conocedor de mi prurito, me conto que el famoso director de cine Steven Spielberg quedó tan encandilado cuando vió de pequeño la película de Fleming “A guy named Joe” que decidió hacer su versión a finales de los ochentas. A buena hora me lo cuenta. Pero bueno - guardando las distancias, porque yo de cine, no mucho-, algo tenemos en común con Steven, ya que también la llevo grabada en algún rincón de la corteza cerebral. Así que decidí probar de nuevo.


Hace un rato terminé de verla y sintonicé en internet una de esas estaciones de radio fieles al viejo y agradable formato conocido como “easy listening” - esta vez la recomendable “Jones College” que trasmite desde Florida-, para reflexionar sobre el asunto. Y el prejuicio sigue…todavía.


Aunque para ser sincero -que cosas-, me vuelvo a demostrar lo contrario y pienso, con satisfación cierta, que desde que empezo este furor de los "remakes" ya se veía que el nuevo siglo no tendría la capacidad de superar los originales.



Y es que con todo y los efectos especiales a disposición, el imprudente piloto apaga fuegos, muerto en la que sería su misión final y ascendido al cielo para seguir con otra fantasmal, regresar a la Tierra como un espectro para proteger la vida de su sucesor, representado por un complaciente Richard Dreyfus - quien para nada despertó mi simpatía-,


no puede compararse con la representación de Spencer del rudo y temerario piloto de bombardero en la original blanco y negro.



Bueno, quizás sea por la subvalorada Irene Dunne.


jueves, 25 de marzo de 2010

Adiós Maestro


Allí, enmedio de su grupo doo wop “The Crests” (uno de los primeros interraciales de la era del rock híbrido) está Johnny Maestro (Mastrangelo) cuando celebró sus 17, todavía conservando un cierto aire napolitano. Hoy me entero que ahora (ayer) a sus 70’s está muerto. Escuche sus éxitos de mediados de los 50’s, cuando cantaba ya solo o con su efímero grupo “Brooklyn Bridge”, una década después y me entristeció la noticia.

Descanse en paz.



domingo, 14 de marzo de 2010

Bailando el Madison


No obstante que siempre pudo con el bop, el toque del pianista Raphael (Ray) Bryant (1931) es una combinación que junta viejos elementos (incluyendo blues, boogie-woogie, gospel, e inclusive Bossa) dentro de un distinguido estilo “soul” y “swing”.



Ray es hermano de Tommy Bryant (bajo) y tío de Kevin y Robin Eubanks. Empezó su carrera a finales de los cuarenta tocando con Tiny Grimes . Luego, en 1953 llegó a ser el pianista de casa en el “Blue Note” de Philadelphia, donde apoyó a grandes clásicos del Jazz como Charlie Parker, Miles Davis y Lester Young. Acompañó a Carmen McRae (1956-1957), grabó con Coleman Hawkins y Roy Eldridge en el festival de Jazz de Newport en 1957. Tocó con el trío de Jo Jones (1958).




Finalmente se estableció en Nueva York en 1959 y luego fundó su propio trío con Ike Isaac (bajo) y Specs Wright (batería), cuyo primer álbum (en la portada) consolidó su reputación, desplegando sus habilidades interpretativas:




Tuvo unos pocos hits comerciales “funky” (incluyendo "Little Susie" y "Cubano Chant") que lo mantuvieron trabajando por décadas.






Su exitoso sencillo de 1960 "The Madison Time", baile que se popularizó en America y Europa, fue pista de sonido en el musical "Hairspray" de 1988.









Bryant tocó también el piano electrico en los 70’s, pero muchos consideran que se escucha lo mejor cuando toca sin acompañamiento los blues, al piano acústico.




sábado, 6 de marzo de 2010

Descanse en paz. Johnny Alf


Estaba por publicar una entrada sobre algunas leyendas vivientes del piano en el Jazz, cuando me enteré de la muerte, del pianista Johnny Alf uno de los creadores de la Bossa Nova, a los ochenta 80 años, después de luchar los últimos diez contra contra el cáncer de próstata.

En su libro Bossa Nova. La historia y las historias, Ruy Castro, revela en un pasaje del mismo, que:

“En cuanto a Johnny Alf, con veinte años entonces [1949], era él quien necesitaba un piano. En comparación con otros socios [del Sinatra-Farney Fan Club], al joven Alf —en realidad, Alfredo José da Silva— se le podía considerar pobre. Su padre era un cabo del Ejército al que movilizaron para luchar en la Revolución de 1932 y murió en combate en el valle del Paraíba, cuando él tenía tres años. Su madre, empleada doméstica, fue atrabajar a Tijuca en una casa de buena familia, y se llevó a Alfredo con ella. La señora de la casa, a la que le gustaba la música, se encariñó con el chico y lo matriculó en el IBEU, que fue donde le pusieron el mote, y le hizo estudiar piano clásico con la profesora Geni Bálsamo. Pero Alf, como tenía que compartir el instrumento con los demás miembros de la familia, se pasaba más horas escuchando los discos del King Cole Trio o del pianista inglés George Shearing que practicando. Cuando supo que en el Sinatra-Farney había un piano libre la mayor parte del tiempo, venció su impresionante timidez y se apuntó. Fue fácil aceptarlo: bastó con que Alf abriese el piano y recorriese el teclado con sus dedos durante quince segundos”.

Sus contribuciones aparecen en 46 discos, aunque sólo grabó nueve bajo su nombre, el último solo, en 1998, apenas publicado en 2007.

Mi afición por esta música me llevó a apreciarlo sobremanera y disfrutar de sus melodías.

Descanse en paz.


355 Casi nada.



Cuenta en sus memorias el pianista de Jazz Horace Silver (en realidad apellidado Tavares Silva),una leyenda viviente (1928)),que cuando recién empezaba a darse a conocer a mediados de los 50's, de gira con el grupo del ya consolidado saxofonista Stan Getz (+), llegaron a una pequeña ciudad donde tocarían en un club por la noche.

Descansando por la tarde en el motel donde pararon, entró a la habitación Stan, que volvía de hacer las diligencias previas pertinentes y le dijo (nunca peor dicho) emocionado: "en el pueblo está George Shearing" (1919) "y llegará a verte tocar". Los nervios hicieron facil presa del inexperto Horace. Esto dice mucho de la estatura musical del pianista británico.

Unos treinta años después, hace ya casi 23, cuando se empezaban a dar las fusiones de grandes compañias discográficas como "Concord" con firmas japonesas, George, acompañado por el entonces jovencísimo (32) y prometedor contrabajista Neil Swainson - quién no trascendio como líder y anda por ahí a sus 55, como todo un joven hecho y derecho acompañando a la orquesta de su paisano Rob McConnell y a otros-, grabó en Tokio este discó, nombrándolo en honor a Charlie Parker (+) quien a su vez nombró su canción en honor a Dexter Gordon (+). En suma (nunca mejor dicho) un homenaje al Jazz.












Ya casi al final del concierto se incorpora, reclamando lo suyo, la injustamente infravalorada cantante Ernestine Anderson (1928) y para mí otra leyenda viviente. Escuchar cómo George la introduce.



Al final, George se despide con la sencillez de los grandes:




El año siguiente, otra leyenda viviente del piano, Hank Jones (1918), se unió a George para grabar el compacto (Concord) “The spirit of 176”. El álbum ha permanecido un poco en la oscuridad y valdría la pena escucharlo e investigar el misterio de su nombre. Pero me agradaría uno al que, para celebrar al Jazz con ese mismo espiritu juvenil, este fin de año, se agregue a los tres pianistas ya mencionados, Dave Brubeck (1920).

lunes, 1 de marzo de 2010

Crónica de un disco anunciado


Más o menos un día como hoy pero de 1966, el meloso barítono (nacido Vito Rocca Farinola, Brooklyn, NY.), Vic Damone, quien por esas calendas en sus 38’s ya pintaba canas, se preguntaba lo mismo que en enero y febrero ¿Qué álbum voy a hacer ahora? Como no creía en el horóscopo, la cosa se le complicaba. Como todos los prototípicos “crooners” de aquellos tiempos, Vic buscaba diferenciarse de los otros (sobre todo de Sinatra y Benett que no buscaban lo mismo). Y como tenía que ser, decidió reunirse con su gente para discutir el asunto. Rápidamente llegaron a la conclusión de que el “American song book” se estaba agotando y que la música brasileña se estaba convirtiendo en una alternativa complementaria, como ya lo había demostrado Frank. Esto último no le pareció mucho a Vic, pero lo acabó de convencer el argumento de que su público ya lo daba por hecho. A regañadientes Vic aceptó, con la condición de que fuera balanceado, que se titulara “Stay with me”, como el grabado un decenio antes por la entonces ya decadente Billie Holiday y que los arreglos los hiciera Ernie Freeman, un pianista y compositor a quien admiraba mucho desde que lo escuchó tocar al piano con los “Platters” la melodía “The great pretender” a mediados de los 50’s. “Con esta formula, hago la diferencia y el éxito está garantizado, porque Vic no sabe fallarle a sus seguidores” les dijo. Y parece que así fue, ya que según me contó el amigo que me lo facilitó, es hoy un Lp apetecido y difícil de conseguir.